¡Viva el Prozac!

Tiene Ud. la presión arterial al límite. Deje de fumar, cambie sus hábitos alimenticios, tome una de estas pastillas una vez al día y vuelva a verme dentro de cuatro semanas.
-¿algo mas?
-No. Eso es todo. Lo siento se hace tarde, otros pacientes esperan.
Y así, sin más, el paciente baja la cabeza, y abandona la sala con la mente repleta de negros presagios, y con la sensación de que no le han dicho toda la verdad, con la sensación de que se puede hacer algo más.
Pero como no es un experto en la materia, asiente, calla y toma las de Villadiego.
Y es que ese algo más existe, aunque algunos médicos, no todos, quieran obviarlo.
Ese algo mas es algo así como “Y tómese las cosas con calma amigo. No se estrese. Olvídese de los objetivos de empresa, de los caprichos del jefe, de la diplomacia, y de los problemas familiares. Sea feliz y recuerde que el secreto de la salud eterna se resume en la siguiente frase; Primero soy yo. “
Eso es lo que falta y lo que algunos médicos obvian cuando alguien acude a su consulta.

Algo me dice que, a pesar de no ser un profesional de la salud, tengo razón. Analicemos:

Es cierto que fumar perjudica, eso lo sabemos todos. La misma institución, léase estado, que antaño no ponía tantos reparos con aquello del tabaco, nos han informado de sus riesgos hasta la saciedad.

También es cierto, desde un punto de vista puramente fisiológico, que ciertos alimentos aumentan la propensión a sufrir ciertos males cuyas consecuencias pueden llegar a ser fatales.

El que las pastillas pueden ayudar a mejorar no lo pongo en duda.

Pero si no reducimos los niveles de stress, todo habrá sido en balde, seguiremos jodidos. Eso es lo yo que creo, y por esa misma razón, he decidido que a partir de hoy todo me importa un bledo:

-Oiga, que mire Ud, que el proyecto tiene que estar acabado antes de que…
-Vallase a tomar viento. El proyecto estará listo cuando este listo, y punto.

-Mire que hemos revisado su cuenta y resulta que este mes Ud nos debe…
-pues se joden. Ya han hecho demasiado dinero a mi costa

-Papá, que mi novio me ha llamado gorda…
-Pues búscate otro, que este es gilipollas, y si es rico mejor. Por cierto a ver si adelgazas que pareces una vaca suiza.

-Cariño que la perra tiene cojera…
-Pues yo tengo cojones, en algo teníamos que ser diferentes.

-Según las previsiones económicas la inflación aumentara en un 5,4%...
-Según mis propias previsiones le van a dar por saco a la inflación, al ministro de economía y a su puta madre (la de la inflación, se entiende)

-Los Americanos, Irak, Irán…
-Y ¿Cuándo volverán? Por mi que se queden donde les plazca.

-En Zimbabwe bajo el régimen de Mugabe se tortura…
-En América bajo el régimen de la mona chita, también. Y en mi casa comemos a las dos. ¿Qué pasa?

Claro que esto lo digo con la boca pequeña.
La realidad es, que por mucho que intente que todo me resbale, que lo voy a hacer, mi carácter va a impedir el que pueda adoptar una postura pasota, tan buena para la salud ella.
Seguro que seguiré cabreado con las torturas americanas o de Zimbabwe. Que me sigue jodiendo el asunto de Oriente Medio y que las previsiones inflacionistas me preocupan, así como la cojera de la perra.
En cuanto al gilipollas del novio de mi hija seguiré sin aguantarlo y me cabreare si le hace daño.
No hay duda de que seguiré pagando religiosamente mi crédito y por supuesto, dejare la piel para que los proyectos se acaben a tiempo.
Quizás, si la doctora me hubiera ordenado pasar de todo, so pena de “muerte”, le hubiera hecho caso. Pero no lo ha hecho, por tanto no tengo excusa. Seguiremos en la brecha
Esta claro que dejaré de fumar y de comer ciertos alimentos. Que tomaré la pastilla y visitaré al “galeno” o “galena” dentro de un mes, o cuando el o ella gusten.
Como muchos otros, soy carne de depresión.
¡Viva el Prozac!