miércoles, 30 de abril de 2008

El tren

Circulaba ayer a mas de 200 Km. por hora por la campiña inglesa, pero no teman no soy tan temerario ni mi coche es tan potente. Iba de pasajero en un tren.
Uno de esos trenes que unen la ciudad de Bristol con la capital, Londres.
Y mientras el tren avanzaba mis pensamientos retrocedían a tiempos pretéritos, a otros viajes en otros trenes en un país distinto.
Me vino a la cabeza el recuerdo de un viaje que hice de Burgos a Madrid vía Aranda de Duero. ¿Cuantas horas estuve en aquel maldito cacharro sudando como un poseso? No recuerdo, muchas.

No era el TALGO, era un expreso normal y corriente de aquellos que paraban en todas las estaciones, apeaderos y cuya velocidad era equiparable a la de un ser humano marchando a pie.
Los burgaleses hemos tenido muy mala suerte en materia ferroviaria. De entrada la Madrid Irún parte en dos la ciudad, y el traído y llevado soterramiento no pasa de ser un proyecto del que ya se hablaba hace 20 años como algo inminente. Creo que por fin han comenzado las obras, aunque otra cosa es que se acaben.
Porque en eso de obras ferroviarias inacabadas también tenemos nuestra experiencia, léase el Santander Mediterráneo.
Pero si algo es sangrante es el caso de la línea Madrid Burgos y su estado de dejación. Me pregunto si siguen circulando trenes por esa línea o si ahora todos van dando un rodeo por Ávila, que alguien me conteste. Cuenta la historia que tras un trepidante avance inicial en las obras, los avatares de la guerra y lo que es más sangrante, decisiones políticas de antes y después del conflicto frenaron el desarrollo del proyecto retrasando su apertura hasta 1968. Como ocurre muy a menudo, una decisión política acaba retrasando o tirando por la borda todo un proyecto publico en el ya se han gastado millones.
Algo similar ocurrió después con el Santander Mediterráneo, del que prefiero no hablar. Creo que su cierre sigue levantando ampollas entre los burgaleses, y con razón.
El viaje de Bristol a Londres utilizando el tren es un lujo, a pesar de que los ferrocarriles británicos están de capa caída. Es un viaje caro, producto de una política de privatización que olvida que poner en manos privadas ciertos servicios suele acarrear desastrosas consecuencias para los mismos.
Pero a pesar de eso es todo un lujo, con una frecuencia de 2 trenes a la hora en ambos sentidos.
Es rápido, limpio, sin estrés… Uno se sitúa en el mismísimo centro de Londres en hora y cuarto, sin problemas de aparcamiento, eso a pesar de que hay tramos que el tren marcha a una velocidad muy baja.
Creo que los últimos trenes que circulaban (o circulan) por el directo Burgos Madrid tardan casi tres horas 20 minutos en completar el trayecto. ¿Por qué tal diferencia cuando la diferencia en cuanto a distancia entre la línea de Bristol a Londres y la de Burgos a Madrid es de 102 Km? Hagan sus números. Mis matemáticas dicen que 117.5 minutos debiera de ser mas que suficiente, es decir menos de dos horas.
En el Reino Unido no existe la alta velocidad, y como ya he apuntado sus servicios ferroviarios están sumidos en una especie de caos. Sin embargo y si lo comparamos con el ferrocarril Madrid Burgos, su efectividad y velocidad son mas que envidiables.
Un saludo


lunes, 28 de abril de 2008

No todo va a ser...

Camino del trabajo, mientras sufría el inevitable atasco, escuchaba la radio. Al llegar las noticias aumente el volumen y me dispuse a prestar atención aunque los noticieros de las emisoras locales inglesas no es que sean como para ganar premios Pulitzer. De hecho son malos, muy malos.
Pero siempre conviene escucharlos máxime cuando se esta al volante del coche por si acaso hay algún accidente o algún punto de la red viaria que evitar.

Decían en la noticias que los jóvenes bristolianos mienten a sus parejas, es decir que cuando tienen una nueva conquista ocultan a su pareja el numero de conquistas previas, entendiéndose por conquista los ligues que acaban en el “acto”.
Según esa encuesta los muchachines de esta city tienen un promedio de 12 parejas sexuales antes de sentar la cabeza. -“¡Jope!”- pensé, “eso es tener suerte”
Claro que meditándolo a fondo, quizás tampoco sean tan afortunados.

Yo soy de esa generación burgalesa que creció negándole la mayor al clero, es decir soy uno de aquellos que afirmaban que “jibar en Burgos no era pecado. Era…. ¡Un milagro!”
Pero… ¿era así? Quizás ni tanto ni tan calvo.
Porque servidor nunca fue lo que se dice un casanova, pero tampoco tuvo que guardar abstinencia hasta haber pasado por la vicaria.
De hecho creo haber superado el número mágico, la docena, en cuanto al número de socias con las que acabe encamándome.
Me pongo a contar, pero ojo, no para dármelas de lo que no soy, lo hago con fines exclusivamente “científicos”.

Tras el recuento, y sin añadir a la lista a la que posteriormente fuera mi legitima, por aquello de que era extranjera, servidor que nunca fue de D. Juan (ni puñetera falta que hacia) se lo hizo al menos con 16 socias, y digo socias porque en esto del sexo, para que resulte satisfactorio, ha de hacerse en sociedad, nada del estilo trogdolita de aquí te pillo aquí te mato, o aquello de la aspirina en la coca cola (que según cuentan, no funcionaba) Eso es hacer trampas. Estoy hablando de trabajárselo a fondo y lograr llegar a un consenso después de algunas “cenas de trabajo” y “reuniones a puerta cerrada”.

Entre mis parejas hubo de todo. Solteras, casadas (tres), rubias, morenas, pelirrojas, novias de amigos (alguna), miembros de la burguesía (la aristocracia no existía por esos lares) e hijas de militares con graduación. También las hubo de relación prolongada (las mas) y media (unas cuantas). No recuerdo ninguna del tipo “locura de una noche”
Resumiendo, que bien uno estaba tocado por el brazo incorrupto de Santa Teresa, lo que explicaría tantos milagros, o por el contrario la realidad Burgense era distinta a lo que se afirmaba en el dicho.

Vamos que considerando que uno era de los del montón tirando para abajo y que otros y otras se lo montaban mas a menudo (no se si se lo montaban mejor) hemos de llegar a la conclusión de que en Burgos se hacia tanto o mas que en cualquier otro sitio, pero eso si, sin tanto bombo y platillo.

De hecho lo de la falta de bombo, comparado con el Reino Unido, es seguro, pero eso mejor lo dejamos para otro día, el dia que hablemos de cosas mas serias, que no todo va a ser...


Un saludo

viernes, 25 de abril de 2008

Mi Calle

"Mi calle tiene un oscuro bar…"
El resto de la letra seguro que los entraditos en años la recuerdan. Los mas jóvenes, quizás no.
Eran los Lone Star, una de las mejores bandas del panorama musical Celtibérico de los setenta.



Mi calle, en el centro de la Burgati tenia mas de un oscuro bar, uno de ellos definitivamente con húmedas paredes, carteles de toros, una cafetera que parecía un autoclave antiguo y... muchas cosas mas, incluidos algunos parroquianos que se reunían en el garito para hablar en contra del régimen. El Café España.
Los miembros de mi familia vivíamos virtualmente rodeados por la clerecía.
Don Rufino y San Lorenzo al frente, Don José y San Gil en la espalda, La Divina Pastora y la Catedral a la derecha, y Por la izquierda los antiguos estudios de Radio Popular.
Paradójicamente era a la izquierda, según mirábamos por el balcón, donde se situaba el estamento militar, la capitanía general de la VI región militar, algo sin duda extraño en aquellos tiempos; el ejercito a la izquierda.
El caso es que no teníamos escapatoria. Los curas y los militares nos rodeaban. Pero a pesar de todo éramos felices, o al menos eso creíamos.
Recuerdo vagamente el paso de las carretas de la leche por las mañanas, de los barrenderos con sus chaquetas de pana verde por la tarde, y algún que otro borracho cantor por las noches.
Hasta un organillero recuerdo haber visto pasar, llevando su música a todas partes, incluida la acera de enfrente.
Hasta aquí, algunas pinceladas de aquella vida en aquella casa de la calle Laín Calvo.
No puedo decir que fuera aburrida, porque las vidas infantiles no lo son. Si algo, todo lo contrario.
Los niños siempre tienen algo nuevo que explorar, algo nuevo con lo que toparse de bruces con lo que abrir los ojos en señal de sorpresa. No hay espacio para la monotonía en una vida infantil.
Pero para los adultos quizás lo fuera, aunque lo dudo. Dudo que pueda calificarse de monótona, mucho menos de aburrida la vida en la ciudad, incluso en aquellos años oscuros, porque a pesar de todo, la gente seguía divirtiéndose, especialmente una vez que la cosa económica comenzó a marchar mejor.
En eso, y por mucho que nos quejemos, Burgos ha dado mucho mas juego que otras capitales de provincia, incluso y a pesar del frió. Pero de eso ya hablare otro día.
Continúa la canción:
“cuando doy mi dirección a quien brindo mi amistad mas al saberla no me quieren visitar”.
Eso no pasaba en mi calle. De hecho mi casa, como todas las de la vecindad recibía visitas muy a menudo. Vivir en una calle como esa tenia sus ventajas, como las de no perderse una procesión, una cabalgata o un desfile, y eso sin salir de casa.
Hablando de desfiles, hay un recuerdo que perdura:
La raya perfecta en el cabello del director de la banda militar. Aun ahora sigo preguntándome como lograba el buen señor peinarse con una raya que ni hecha con regla.
Y es que, si bien es cierto que había calles más importantes, ninguna tenía esa característica de enlazar directamente dos de los centros de poder de la ciudad, y eso propiciaba el que cualquier sarao del tipo que fuera acabara ocurriendo frente a mi balcón, lo que a su vez servia de excusa para que tíos primos y demás familia se dieran cita en el salón de casa por aquello de ver pasar la procesión.
En fin, recuerdos, recuerdos. Tiempo para volver a la realidad, que hay que ganarse los garbanzos.
Un saludo

jueves, 24 de abril de 2008

Destierro

Decir en estos tiempos que uno esta desterrado o exiliado suena mal, es políticamente incorrecto.
A los que manejan el cotarro y deciden por nosotros no les gusta ni un pelo. Ya no existen exiliados, dicen, eso es cosa del pasado.
Pero yo lo soy, y a mucha honra, leñe.
Hace mucho, mucho tiempo que el terruño quedo atrás. Tanto que casi no me acuerdo.
Tanto que me cuesta reconocer los rincones de mi infancia burgalesa, a caballo entre la plaza de capitanía y la flora.
De hecho ya no queda nada, o casi nada de lo que fue mi barrio. No queda nada, o casi nada que no halla sido manipulado, cambiado, transformado e incluso destrozado.
Los tilos de Huerto del Rey son historia, así como los atascos de la calle de Laín Calvo.
La prendería, la pollería, la hojalatería, las pescaderías y carnicerías así como alguna tienda de comestibles y bebestibles, léase ultramarinos, de la zona también se han esfumado, no existen mas.
Solo queda el recuerdo individual, y ese es cada día más borroso.
Supongo que es la evolución propia de una ciudad que vive por mucho que sus habitantes se quejen y digan que esta muerta.
¡Que sabrán ellos de la muerte urbana! La ciudad vive, manque les pese.
Como muchos otros crecí en la frustración colectiva del "Aquí nunca pasa nada" y un buen día, cuando las circunstancias me obligaron, hube de dejarlo todo y partir. Entonces descubrí que a pesar de todo en Burgos pasaban muchas cosas, y buenas. Lo que pasa es que los hijos de esta tierra no sabemos apreciarlas hasta que nos vemos forzados a vivir en la distancia. Para entonces es demasiado tarde.
Cuenta la leyenda que el viejo Cid tuvo de partir porque así lo decidió un rey, al que la misma pinta como injusto, ambicioso y traidor.
A muchos otros burgaleses la traidora reina “Macroeconomía” y el ambicioso rey “Dinero” nos han obligado al destierro, al exilio económico, a la distancia obligada de quien quisiera volver pero no puede.
Quizas un día, quizas.