¡Que viene el lobo...!

Martes, un día como otro cualquiera. Bueno no. El martes tiene características propias. Es el día de la alarma.
Todos los martes, a eso de las 11 la alarma antiincendios de la compañía se dispara, por aquello de saber si aun funciona.
Eso me recuerda uno de mis viajes a Francia a principios de los 80. Estaba en casa de la que entonces era mi novia, mi primera novia, cuando la alarma antiaérea comenzó a sonar.
Paradójicamente eso ocurría los martes.
Hay días, como hoy, en que el encargado de hacer la prueba de la alarma antiincendios esta más apapaustiado que de costumbre, se muestra incapaz de acabar con el ruido de la chicharra y hemos de desalojar el edificio, haga frío, calor o llueva o caigan chuzos de punta.
Menos mal que ese tipo de error no los cometía el encargado de probar las alarmas antiaéreas de Lyón. Porque la verdad, el sótano de la casa de mi novia no era como para echar cohetes, exceptuando, eso si, la bodega repleta de buenos caldos del Ródano. Aun así no era cuestión de tener que bajar a toda prisa al refugio.
Pero como UK no es Francia ni Bristol Lyon ni la alarma del fuego la alarma de las bombas, pues hoy hemos tenido que desfilar como alumnos de colegio a la hora de salir al recreo. He de admitir que a pesar del frio, esta actividad no biene del todo mal.
Hacer ejercicio, aunque sea poco, es bueno para acabar con el crecimiento desmesurado de traseros, es decir, culos culetes y culitos de cualquier sexo, vagos por falta de ejercicio.
Ademas, ¡que coño! Asi nos aseguramos de que la chicharra suena en caso de fuego. Claro que por otra parte… de tanto avisar que viene el lobo….
Un saludo